Hace apenas unos meses, hablábamos de qué es blockchain y de cómo funciona. Esta vez hablaremos algo más sobre casos de uso específicos para esta tecnología y de cómo puede ser util también en ámbitos más tradicionales como sería un simple préstamo.
Actualmente, nos encontramos en un momento de la historia en el que se invierte más capital que nunca en startups, tecnología e innovación en general. El mundo avanza rápido y tiene mucho sentido, pero quizás deberíamos empezar a preguntarnos qué mejoraría realmente nuestra calidad de vida y qué es lo que necesita el mundo para seguir avanzando hacia una sociedad más evolucionada, fuerte y justa para todos.
En la última década se ha hablado mucho sobre inteligencia artificial, robótica y realidad virtual, sin embargo, desde hace un par de años blockchain se ha unido a la fiesta y amenaza con quedarse. Puede que despertase la atención de muchos gracias a al ‘boom’ de las criptomonedas, ICOs y altas rentabilidades que hemos vivido recientemente, pero cada día más empresas e inversores se están interesando por esta tecnología y su increíble potencial. Teniendo en cuenta que mucha más gente ya conoce el concepto de Bitcoin y la descentralización, debería ser cada vez más fácil que entendamos su funcionamiento e ir introduciendo la tecnología blockchain en diferentes ámbitos de nuestro día a día.
¿Por qué la cadena de bloques puede cambiar la manera en la que comercializamos?
El comercio ha evolucionado, a la vez que nuestra sociedad, desde la agricultura local y el intercambio de bienes hasta la creación de instituciones formales como los bancos, gobiernos y las grandes corporaciones. Estos organismos ayudaron mucho al desarrollo del comercio global, pero desde la aparición de internet ya existen muchas plataformas que actúan de intermediarias para facilitar nuestra actividad económica.
¿Será blockchain el siguiente paso? Uno de los principales inconvenientes de cualquier negocio y el motivo por el que estas ‘instituciones’ son necesarias es la necesidad de establecer una relación de confianza entre todas las partes involucradas en cualquier contrato, intercambio o negociación. Pero, ¿qué pasaría si estos intermediarios no fuesen del todo necesarios y nosotros mismos pudiésemos confiar y controlar que cualquier operación se va a realizar con seguridad y sin errores?
Ya hemos comprobado que la cadena de bloques funciona y es viable como instrumento para realizar transacciones económicas y contratos inteligentes pero también se puede aplicar a operaciones tan sencillas como comprar un televisor online. Cuando entramos en una ecommerce o en un marketplace para adquirir algún producto, confiamos ‘ciegamente’ en que el producto que queremos nos llegará a casa sin problemas y que será tal y como esperábamos, pero siempre tendremos la duda de si cumplirá con nuestras expectativas y no estaremos siendo estafados. Ahora imaginemos que existe una manera de saber con total seguridad qué estamos comprando, su procedencia, su auténtico valor y la identidad real del vendedor. No sólo nos ahorraría tiempo comparando opiniones de otros usuarios si no que tendríamos la certeza de que el producto adquirido es 100% lo que estamos buscando.
Al tratarse de una base de datos descentralizada en la que hay un registro público de activos y transacciones, es prácticamente un archivo público e infalsificable de quién posee qué y cómo lo gestiona. Existen proyectos como Devery que establecen un protocolo de verificación de producto desde el fabricante a la cadena de distribución hasta el consumidor. Estamos hablando de transparencia total aplicable a sectores como la industria farmacéutica, el sector del lujo o el alimentario. Por ejemplo, existen restaurantes -como Balfego– en los que puedes pedir un plato de atún a la plancha y comprobar su procedencia exacta, cuando fue pescado y cuantos kilogramos pesaba en ese momento, etc, a través de un sistema de trazabilidad (blockchain) mediante el uso de códigos QR.
Se han criticado mucho las transacciones ilegales de criptomonedas y también es cierto que ha habido muchos casos en los que se ha utilizado la cadena de bloques con fines fraudulentos, pero se están trabajando alternativas para conseguir que esta incertidumbre desaparezca y que podamos confiar en la cadena de bloques como una base de datos unificada globalmente. Empresas como Civic (CVC), pretenden proporcionar una identidad digital a todas las personas del planeta a través de blockchain, evitando así cualquier posibilidad de robo de identidad o fraude, pudiendo ser utilizado en aeropuertos, bancos y hospitales, entre otros.
Blockchain y los países en vías de desarrollo
Puede que, viviendo en un país desarrollado en el que tenemos todas las necesidades básicas más que cubiertas, no veamos tan claras las ventajas de blockchain y las criptomonedas. No obstante, pongámonos en la piel de alguien que ha nacido en la India. Si fuésemos una de las más de 2.500 millones de personas en el mundo que no tiene acceso a servicios bancarios, al simple envío de dinero o el acceso a un simple préstamo para poder desarrollar un negocio y prosperar, se nos complicarían bastante las cosas. ¿Cuánto crees que te cambiaría la vida la posibilidad de acceder a capital desde un teléfono móvil o recibir y enviar dinero de cualquier parte del mundo con comisiones insignificantes? Se abriría un mundo de posibilidades en sectores del planeta que hoy en día carecen de capacidad de desarrollo. Proyectos como Ethic Hub son un claro ejemplo de cómo acercar los servicios bancarios más comunes en los países desarrollados a los países en vías de desarrollo puede cambiar las vidas de muchas personas.
Y no sólo provocaría una revolución económica, sino que se podría aplicar a ámbitos gubernamentales como sistemas de identidad, administración e incluso política, con elecciones de gobierno públicas y transparentes.
En definitiva, es una tecnología que todavía está en desarrollo, por lo que pasará mucho tiempo antes de que conozcamos todos sus posibles usos y su potencial, siendo muy probable que presenciemos también muchos fracasos por el camino. Sin embargo, vale la pena interesarse e involucrarse en algo que podría llegar a cambiarlo TODO.